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martes, 22 de mayo de 2012

Celebrando el deceso.



Bullicio de cuerpos efervescentes, de brazos elevados, de sonrisas dominantes. 
Sudor patente en pieles superfluas, triviales. 
Sujetos anónimos. 
Desconocidos perdidos en las oscilaciones de ritmo sensual. 
Sin nombre, sin edad, sin destino, sin leyes. 


Me muevo, me elevo, me abandono. 
Vuelo entre aromas de humo y colonia barata. Entre alas de ángeles caídos. 
Me disipo con calma en el último cigarro de una desenamorada. 
Me deshago en la octava copa del abandonado. 
Retuerzo mi cuerpo y las palabras maquiavélicas. 


La enésima parte de un ayer, la sombra de una sombra, el despliegue de un virus letal. 
Todos somos nadie, en nadie finalmente nos convertimos. 
Celebrando el deceso de un porvenir.
El trance de una despedida sin interés.
La caída de un mito.


¡Baila! Haz el amor con el tiempo.
No hables.., no sientas.., no padezcas.
No razones.., no condenes.., no maldigas.
No te sometas.


Piérdete para perder a las perdidas, para ganar a la vida, pero no para perderte a ti misma.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Conexión perfecta.




Silencio, silencio tan dulce como la miel de sus labios.
Sentía, sentía que me moría. O que empezaba a vivir ahora que reconocía las formas de sus rasgos.
Él me cuidaba con la presa de su halo, yo me dejaba retener por pura voluntad descuidada.
Pretendientes de lo (no) efímero , de la sombra ajena, de la idolatría primeriza.
Le necesitaba, con posesión, con premeditación, con alevosía. A veces, con nocturnidad.
Me deseaba con dedos inquietos, con boca impaciente, con gesto locuaz.
Ambos, hechizados por la poderosa curiosidad del tacto. De la vista. Más de tanto en cuando, del gusto.
Tendencias de enajenados, de delirantes compañeros en busca de territorios remotos.
Me quería, me decía sin decir que me amaba. Despojándose de blindajes hechos de acero, de aprensión, de recelo.
Yo aspiraba al más de sus ecuaciones, a estimar su resultado. A bipolarizarme para hallar su apego. 
Eramos cañones a punto de disparar, flechas sin lanzar. Los segundos reservados para el mejor de los besos.
Ánimas encofradas en dos cuerpos conectados. 
Conexión perfecta de dos perpetuos enamorados.

viernes, 4 de mayo de 2012

No era suficiente.



No era suficiente. Lo sabía, lo sentía; lo callaba.
No era suficiente estar allí, ni recitar poemas inacabados. Ni custodiar lo sentimientos que borboteaban entre los labios.
No era suficiente, jamás lo sería. 
Ni mirar entre pestañas espesas de deseo, y subtitular ruegos de un plural imperativo. Ni encarar la mentira con la más cruda veracidad.
No era suficiente, mascullaba el instinto.
No lo sería, nunca, nunca más. Ni aunque las baladas románticas pusieran coros a nuestra historia. Ni aunque el trillado destino nos destinara a volver.
No era suficiente, bien que lo asumía.
Ni tras los cándidos besos de colegiales, ni por las caricias de bellos amantes. Ni ausentando la ausencia de nuestra añoranza.
No era suficiente, bramaban los sentidos.
Pese a encuentros furtivos, a la apetencia de las pieles. Pese a flotar en mar abierto, a encallar en eternas manos unidas. 
No era suficiente, escribía el universo.
Ni congelando el fundido glaciar despiadado del tiempo. Ni retomando los pasos alejados del presente. Ni presenciando el futuro anhelado.
No era suficiente, mentaba mi mente.
Ni tentando a la suerte, ni tentando a la muerte.