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martes, 28 de febrero de 2012

La violencia que corría tras nuestra sombra.




Mientras corría de la policía por ese parque tenebroso y enigmático, pensé en mi vida. En los intrincados elementos que la formaban, en el desarrollo que siempre tenía una terminación radical. No sé cómo me las apañaba, no sé por qué las lineas nunca acababan con un "fin" y esa palabra era cambiada por un "espera a ver lo que viene ahora.." Y siempre lo siguiente era todavía más subrealista, más lejano a la normalidad. Vivía, me movía, en un telar de hechos rescatados de una novela de ficción o más propiamente dicho, de un género que solo había inventado yo, compuesto a mi justa medida. 
El frío helado me cortaba la cara al esquivar los bancos y pasar veloz por entre los arbustos. La respiración me quemaba los pulmones y el abrigo volaba entre mis brazos. Si no hubiese estado tan concentrada en no caerme me hubiese reído de los pobres fantoches que alardeaban de uniforme, esos que se movían por ordenes y que ahora mismo venían en nuestra busca. Ni siquiera sabrían por qué estaban haciendo aquello, "haciendo cumplir la ley" hubiesen dicho en caso de pregunta. Pero, ¿qué ley ampara la desigualdad, la injusticia? Nosotros corríamos en pos de nuestros ideales, de nuestra libertad personal. ¿De verdad somos el verdadero problema de está sociedad?, ¿es cierto que el tiempo era mejor perderlo en jóvenes reivindicativos que en desenterrar dinero negro? No, pero era más sencillo, porque nosotros íbamos de frente, por lo demás podría haber perdidas para sus abultadas cuentas. Las porras, las armas sónicas, el gas lacrimógeno, solo incitaba al revuelo no a silenciar el grito desesperado de gente que vamos perdiendo derechos. Las pancartas resumiendo nuestros reclamos eran pólvora para la mecha encendida de los altos cargos. Se podía oler la falta de paciencia a nuestro alrededor, la iniciativa de miles de personas cansadas de ser pisoteadas. A eso le tenían, le tienen miedo, a que el pueblo ya no es ingenuo, ya no es ignorante.
Y así callan nuestras bocas, con buena presencia en televisión y discursos aprendidos para aplacar las masas coléricas.Porque lo saben, están al tanto que unidos podemos destronarlos.
Esas eran (y son) sus únicas respuestas, la violencia que corría tras nuestra sombra. Yo estaba allí, yo luchaba por mí y por todos los que nos cansamos de ser conformistas. Ese, este, es nuestro día a día.
Y sabía, mientras huía o mejor dicho buscaba el encuentro con mi rebeldía, que no estaba incumpliendo la ley. Si me hubiese parado, rendido, ahí sí hubiese incumplido mis normas, mis valores, mi moral.
Mi vida no era presa de la monotonía ni de ningún tipo en chaqueta saqueando nuestros esfuerzos. Sabía porque estaba allí, porque alentaba como muchos otros nuestros adelantos. Quería algo más que un futuro descarriado, que un mañana dejado a la deriva de sus conveniencias.
Era, soy, una bala perdida. Y no, no hay escudo ni chaleco que me pare.


"Cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer"  -Mahatma Gadhi

lunes, 27 de febrero de 2012

Colgué los guantes de nuestros asaltos.




No nos debo nada, no te debo nada
No tengo porque desempolvar viejos amaneceres, lejanos besos ni sentidas despedidas.Entre caricias y manos frías. No quiero volver a tener en mis manos nuestro futuro, nuestro retomado pasado.Lo juro; me he cansado.Las canciones de finales felices ya han caducado, están fuera del mercado. Colgué los guantes de nuestros asaltos, apagué las luces de los enfados. Sólo queda escarcha en los labios, fracaso en las manos. Limítate a ser sincero, a no complicar los te quiero. Deja de acorralarme, de juzgarme, de manipularme. ¿No ves que aunque sea dura, contigo me vuelvo frágil? No te aproveches de tu ventaja, no me digas que "alguien" me ama. Porque no, no te debo nada. Yo soy la de siempre, quizá un poco más mala, más deslenguada. Tú el mismo impostor, la misma podrida manzana. No entiendo que pretendes si luchar por mí, o matarme con malas palabras.Nunca te comprendí del todo, nunca me demostraste nada. En saco roto cae tu jugada si pretendes alimentar tu Ego cada mañana. Si es amor, si el cariño no es llamamiento de tu cama, demuéstralo, ¡da la cara! Me cansé de dar respuestas sentenciadas, de marchas en medio de la madrugada. Piénsalo, piensa si estás dispuesto a luchar en está batalla. Porque cariño yo ya saqué bandera blanca, dejé las armas. Es así de simple,no nos debo nada.

Deber, querer, sentir, elegir..



En lo más hondo de mis entrañas todo estaba claro, meridiano. Como un cielo despejado después de una buena lluvia primaveral. El dictamen de la conciencia no dejaba lugar a dudas, y el orgullo, bueno, ese siempre había tenido una respuesta nítida. Todo lo demás era un caos. Me hallaba sumida en un juicio de valor moral, donde yo no encontraba mi ubicación. No sabía si era la imputaba o la víctima de un mal sabor de boca. Irónicamente y fuera del contexto me sentía en una cárcel llena de opciones con mal final.
Sería un error cualquier salida que tomase, porque todas ellas derivaban a confrontaciones entre mente y corazón. ¿Me sometería a la voluntad de mi órgano vital? o, ¿volvería a tomar la mano de la lógica? Sufriría, volvería a sufrir de ambas maneras. La pregunta, como siempre, era ¿cuál sería la menos dolorosa? La que, aunque la eligiera y me diera un desgarro en el pecho, me dejaría una leve brisa de esperanza. 
El sistema de elección, el GPS de las buenas respuestas, brillaba por su silencio. No había más testigos, más juez ni más condenados, que yo misma y mis dudas. La humedad del rimel corrido y los sollozos dentro de mi ebriedad solo sumaba puntos para decantarme por ese cuerpo pasado. Ese, el causante de un sin fin de desgracias, la fría estatua de mi más venenoso pensamiento.
Una relación siempre inconclusa, llena de retos y desafíos de dos locos soñadores. La que había sido principio y final de un verdadero horror dentro de un eco de felicidad. Solo me ajustaba a conjeturas, a susurros cargados de advertencias. No había validez para retomar ese camino, ese atajo a la calle del sufrimiento.No, no había, excepto mi terca debilidad por la curva de su sonrisa. El trasiego de una comunicación entre miradas y gestos. Mi indudable e incuestionable enamoramiento.
Deber, querer, sentir, elegir.. Palabras que tomaban su propia ruta y chocaban entre sí. Hasta el mundo que tanto se había desteñido tras su partida, volvía a colorearse con un simple saludo. Me estaba perdiendo en el mismo callejón de su cortejo, me estaba volviendo a colgar de sus maneras. Y estaba segura, me lo decía mi instinto, que no podía permitirme caer de nuevo en su red.
Era mi dignidad o su cautiverio, era mi luz o la oscuridad de sus celos, era el sabor de la libertad o el encierro de sus brazos. 
Era, de nuevo, él o yo.

jueves, 23 de febrero de 2012

Ardí en mi elección.




La cama, a primera hora de la mañana, parecía más fría que nunca. Las sabanas revueltas a mis pies, conferían al espacio un aspecto familiar. Claro que, el otro lado de la almohada seguía tan solitario como las ultimas siete noches.De alguna forma la ropa tirada de forma estratégica en el suelo y las dos copas de vino siempre a mano de nuestros vicios, realzaban la belleza de la habitación. Ahora sólo quedaba la plegaría de su vuelta y la angustia de mi piel para que sus manos volvieran a recorrer los senderos indiscretos.
Su olor parecía habitar en cada respiración, en cada tormentosa esquina de mi mente. Como un deseo insaciable de algo casi extinguido, prohibido.Dolía pensar en tiempo pasado, en un tiempo que amarraba todas las emociones extrasensoriales repletas de su sabor.La dulzura de su descanso, el calor de su reposo; cosas inexplicables si no son vividas. Era un huracán que había barrido cada asentamiento de mi cordura, la manifestación de todos los pecados en un mismo cuerpo. La tentación en la que inevitablemente iba a caer una y otra vez.
Estaba ya escrito que mi alma iba a cambiarse de dirección y que, ese momento iba a ser el indicado para su destrucción.Pero era un riesgo que debía correr, aunque el destino pusiera INFLAMABLE en letras mayúsculas. Ardí en mi elección, en mi manera de sortear lo estable. Y como no, había sido chamuscada hasta el más mínimo rincón de mi desordenado interior.
Ahora, mis despertares estaban llenos de anhelos inestables, de sueños inquietantes, de pena contenida. Ya no había puerto seguro donde anclar, aunque quizás nunca lo hubo y me dedicaba a inflar algo inexistente. De cualquier manera, de cualquier forma, prefería la mentira de lo desconocido. Las alucinaciones eran ya parte de mí, del deseo por algo fuera de mi alcance. Afrontar la realidad de mi desdicha era doloroso, demasiado para elegirlo, por lo tanto me dedicaba a esperar un soplo de esperanza. Era sabido que aquello a lo que me cogía con uñas y dientes, solo me produciría consecuencias devastadoras. Pero el daño estaba en cada camino, en cada vía, en cada escape. Mirara a donde mirara, había una trampa para hacerme añicos.¿Qué importaba inmolarme con ilusiones inválidas? 
Me dí la vuelta entre pliegues de antigua intimidad, extendí la mano para acariciar la ausencia. Aguantando el llanto sonreí, esperando quizá una respuesta que con seguridad no llegaría jamás..

martes, 21 de febrero de 2012

Recuerdos dentro de una cáscara vacía.




El suelo parece un buen aliado cuando mi cuerpo choca con él, la frialdad de la superficie lisa se me antoja reconfortante. No sé, en realidad, qué busco en este descanso inerte, pero aquí ovillada parece que los problemas me han sometido de una vez por todas. Tirada, desgajada en pequeños trozos que se recogen en un mismo cuerpo. Es, tal vez, una forma de decir "¿me ves? Ya no puedo más", una manera literal de dejar de levantarme de las caídas. Ahora la soledad me acaricia desde algún punto de la habitación, consolándome o confundiéndome para hacerme dudar. Pero ya no hay dilemas que me hagan despertar de este estado catatónico. Si me preguntaran ¿qué me pasó?, ¿qué cambió? Sólo podría contestar con un tajante TODO. Fue la mutación de las ilusiones, convirtiendo los colores brillantes en negro noche. Fue, también, el relevo de la realidad en los sueños. El estercolero que antes era mi país de nunca jamás. La destrucción de un mundo en el que consolidaba mis esperanzas. 
En ese momento, a la luz de los breves rayos que se filtraban por la persiana bajada y los ruidos exteriores de algo paralelo, hacían que se revistiera mi tristeza de algo más que pena. Desde mi posición no sabría decir qué hora era, a qué día estábamos o cuánto tiempo llevaba de esta manera. Parecía como si el cuarto hubiese tomado vida propia y me estuviera amenazando con sus sombras. Pero, ¿qué iba a temer llegados a ese punto? Si hasta la conquista de la vida se me había vuelto demasiado grande.
Noté, mientras pensaba en mis fracasos, como las lágrimas llenaban mis mejillas. Al fin y al cabo, y aunque parecía más un objeto que un ser humano, las emociones eran difícil de exterminar. Supongo que eso a lo que había puesto barricadas para que no traspasara mi rutina había encontrado alguna fisura.Los sentimientos iban aflorando con mayor intensidad, como un río al que le quitan algún gran obstáculo.
Del llanto pasé a los sollozos y de ahí a la falta de aire.Era un ahogo en el que no sabía que me oprimía la falta de oxígeno. En el caso de que me interrogaran en aquel mismo instante, ¿por qué lloras?,¿por qué estás así? Ni siquiera sabría la respuesta. El cúmulo de un sin fin de historias con mala argumentación, podría contestar resumidamente.
Hacía poco me reía de los tropiezos en un camino lleno de piedras irregulares, y hoy me veía pidiendo clemencia a alguien que me pudiese brindar una armadura. ¿Quién lo iba a decir?
Yo, acostumbrada a luchar contra fieras.. yo, siempre con un As en la manga..
¡Cuánto me echaba de menos!
Y lo único que ha quedado de todo aquello, son recuerdos dentro de una cáscara vacía..


sábado, 18 de febrero de 2012

Payasa en tu circo.





Las gradas están llenas, llenas de miradas acusadoras.Yo me tambaleo en la cuerda de mis debilidades, de mis puntos débiles. Mientras a lo lejos escuchos risas sofocadas, augurando mi inminente caída. Miro abajo, el vértigo se apodera de mi estomago, de mi pulso. Los nervios empiezan a dominarme, el sudor recorre mi cuello. Doy otro paso y noto el peso de la gravedad en cada mínimo movimiento.Mantengo a duras penas el equilibrio, dudando en cada respiración. Sé que soy el centro de todas las criticas, sé que me consideran un entretenimiento; una actuación más. Pero no me duele los comentarios de gente vagamente conocida, no me hiere que quieran presenciar mi caída. El dolor, el sentimiento de impotencia viene de aquella máscara de frialdad, de burla. Aquél por el que estoy subida en este suicidio sin barreras. No se inmuta al ver el miedo en mis ojos, al observar como caen las lágrimas de soledad. Parece degustar mi humillación, aplaudiendo por cada pequeño recorrido hacia el vacío. 
No sé como acabé en aquél circo, en aquella perdida de dignidad sin precedente. ¿A qué me acogí cuando subí al trapecio de un mal amor? Vestida de payasa para la satisfacción de los que me rodeaban. Haciendo maniobras, llegando al limite para entretener a ese que fue mi perdición. Hice malabares para captar su atención, saque una hilera de pañuelos recordándole en cada uno lo mucho que lo amaba.Fui el equivalente emocional de un Kamikace. Llena hasta los topes de pólvora, saltando sobre círculos en llamas. Sin extintor, sin salvavidas. Me aventuré a lo más denigrante, a lo desconocido dentro de una selva repleta de bestias sin domar. Y no me sirvió de nada más que para reconducir la información a lo que ya sabía; me estaba consumiendo. Me estaba dejando la piel en ir a contracorriente, en nadar contra aguas estancadas, podridas. Como estar en el fondo de un estanque y ver la silueta y la sonrisa de mofa del que te ha estado ahogando.La única diferencia es que ese mismo que te mata, es el único por el que entregaste la vida a pesar de conocer las consecuencias.
Me negué a ver la evidencia de ese show hasta que, allí estaba, notando los catastróficos efectos secundarios de haber apostado todo lo que tenía. La última actuación antes de que apagaran las luces y la oscuridad fuera la única habitante de ese recinto. Me notaba cansada, cansada de vivir siempre en la frontera de sus designios. Sabía que aquello conduciría a un antes y un después en todo nuestro recorrido. Pero no tenía más adrenalina que me empujara, no me quedaban emociones que gastar. El miedo se estaba agotando por cada segundo transcurrido, y si eso ocurría, si se gastaba totalmente, no había nada más a lo que aferrarme para llegar al final. Debía ser metódica, eficiente, fría y calculadora. Estaba justo en la mitad de aquella cuerda tambaleante, justo a la mitad de que mis pies tocaran tierra firme. Me convencí para no volver a mirar a aquel personaje que me taladraba con la mirada, seguramente esperando que cayera y que pudiese recoger los pedazos firmados con su nombre. Cerré los ojos e intenté buscar una luz, eludiendo el brillante faro de un pasado atrayente y devastador. Subí lentamente los brazos hasta dejarlos en cruz, dibujé un minúscula sonrisa rota en mi rostro y comencé a caminar..Comprendí que la duda era lo que podía hacerme caer y destrozarme en pedazos irreconstruibles. No atendí a los gritos llenos de masoquismo, llegados de personas ansiosas de una masacre. Esas eran trampas que ya conocía, errores que no me harían volver un paso atrás. Seguí tentando a la ley de Newton, seguí completando el trayecto entre ondulaciones de aquella muerte elegida. No sabía cuánto quedaba, no me atrevía a abrir los ojos y querer recular.Contuve la respiración cuando aprecié la tensión de ahí abajo; algo se avecinaba. Quizá el final de está mala elección, o tal vez un peligro cercano. Rocé la gruesa cuerda de nuevo con el pie derecho, mantuve el movimiento desde mi ceguera. Otro paso más, el pie izquierdo buscó el punto de referencia para continuar..Pero no había cuerda, no había más vacío ante mis pies. Abrí los ojos, bajé los brazos y noté los suspiros resignados. Estaba a salvo, había pasado la prueba. Me quedé quieta, asimilando el hecho de haber esquivado a todos mis principios por acabar allí. Bajé por la escalera, sintiendo por una vez en mucho tiempo la tranquilidad. Me quedé mirando aquella escena, los asientos repletos, la mirada defraudada de quien me puso entre la espada y la pared.
Y para sorpresa de todos; me reí. Me reí como una histérica, me reí de todos los que apostaban por mi fracaso, por mi sumisión. Es cierto,no podía recoger la dignidad que dejé en el camino. Pero sí podía tomar la decisión de no seguir la sombra de una persona viciada al juego de los sentimientos. Levanté la vista al frente, pasé por el lado de mi verdugo, y llegué a la salida con pasos seguros. Eché la vista atrás y dedicándoles una cómica reverencia salí por la puerta grande.

viernes, 17 de febrero de 2012

Cuando el llanto gana a las sonrisas.




Demasiado amor, dolor, miedo..Demasiada melancolía, nostalgia, tristeza, pasión..
Demasiado, siempre es demasiado
Ese justo cruce de limite entre el paraíso y el abismo de la realidad.Sobra, sobra algo, algún sentimiento rebosante, alguna angustia con ganas de explotar.Y llega en el momento más idóneo para romper la armonía, el instante en el que creías tener todo bajo control. El exceso de un cariño, de un deseo, de una tentación, de una espera. No hay señales previas, un simple PUM, y está todo perdido.Se escapa el sentido a la lógica y te quedas expectante de un aviso para mover ficha en este tablero de perdidas. Porque, admitámoslo, todo lo que cogemos para nosotros, de algún modo, terminara perdido. Esa es la gran escena de nuestras vidas, las despedidas, los "Adiós" que duelen más que las palabras envenenadas o el alijo interno de odio. No es un hasta nunca, no es un hasta luego, no es un ya nos veremos, es un ADIÓS; indefinido, inmediato, directo. Y no hay zona de protección, el adiós siempre conlleva el filo de una navaja, con dos extremos perfectamente afilados, para que en todo caso, los dos acaben heridos. Justo detrás de esa despedida, escondida, hay una palabra; demasiado. Demasiado que soportar, demasiado que perder, demasiado que callar..Cuando el llanto gana a las sonrisas, cuando el silencio se llena de dudas y los dilemas de un futuro distinto no te dejan dormir. La rabia te consume, te apresa en su red de "toca tomar una decisión",y lloras, lloras, vuelves a llorar. Te debates con los sueños, con las ilusiones que te engañan en su apariencia. Y no hay consuelos más que comprender que ese demasiado y ese adiós conllevará un nuevo hola, un nuevo mañana repleto de experiencias. 
No te preocupes, no te asustes, muéstrale al mundo tu mejor sonrisa y él te recompensará con oportunidades inolvidables.
Es tu vida, son tus reglas, no cambies el juego por encontrar un mal jugador.

martes, 7 de febrero de 2012

El infierno pronto, será parte de ti.




Puedes guardarme rencor si así lo deseas. Puedes dedicarte a encontrar mis puntos débiles y explotarlos a base de golpes bajos.Es más, te doy permiso. Te doy permiso para utilizar mi ausencia como tu peor arma ofensiva.Hazlo, echa leña al fuego y que prenda tu odio. Odio que al fin y al cabo no tiene fundamento. Pero sigue tu linea, acoge la enmienda de una vida llena de ira y resentimiento. Lanza tu furia contra la persona que, con seguridad, fue la que más te demostró amor. No pediré jamás piedad, no me verás suplicante, y no me defenderé de tus ataques.Pongo las manos al aire y que todo lo que tú deseas sea concedido. Seré diana de tus sueños más truculentos, de tus ansias por verme naufragar.Pierde el control, intenta matar nuestro pasado a base de sentimientos perturbados. Rocíate de indiferencia aparente, y que por dentro te carcoma la culpa.Sabotéame, pisotéame, doblega mi voluntad.Créete tu propia mentira y que al finalizar el día duermas satisfecho de haberme odiado lo suficiente.Refúgiate los viernes en el whisky más barato, hazte grande diciendo a tu entorno que ya estoy más que olvidada. Resuelve tu día a día de la forma más sencilla; engañando, a ti y al resto. Rescata la ropa sucia, los temas pendientes, y haz tu papel diciendo que, "lamentablemente", toda la culpa fue mía. Muestra tu hombría, tus ganas de hundirme, tus pensamientos constantes en verme claudicar. Viciate en la ardua tarea de maldecirme.
No haré nada, no me revolveré con tus artimañas para llamar la atención. No daré argumentos válidos para hacer crecer tu locura constante.No perderé el aliento haciendo ver que tus malos hábitos son una mascara para tapar tu, todavía, enamoramiento.Dejaré que creas que me aborreces, que me detestas.Porque puedes mentir a parte del mundo, pero tu corazón todavía lleva mi marca.Mi olor,mis silencios.. mi nombre. 
Sigue , sigue demostrando mi razón y cavando tu propia tumba. El infierno pronto, muy pronto, será parte de ti.

Como miles de cámaras, los flash ciegan mi mente.




Sigo caminando entre sombras, entre edificios antiguos y carreteras colapsadas. Sigo manteniendo mi ritmo al pasar por aceras llenas de historias, llenas de personas que mascan su propia tragedia.
De repente la muchedumbre empieza a moverse lento, muy lento, a cámara lenta. Carcajadas a medio reír, parpadeos de un millón de años.Miro a mi alrededor y todo es claustrofobicamente eterno.Pero..Reconozco, reconozco algo que está en mi visión periférica. Mi corazón se dispara,late a un ritmo frenético, se me seca la boca. No recuerdo como se debía respirar, se me dilatan las pupilas. Se me ha olvidado cómo se caminaba, se me ha olvidado hasta mi nombre.. Yo conozco esos ojos, ese marrón chocolate que aviva su mirada. Yo recorrí esa piel, sé cada punto muerto, cada lunar estrategicamente colocado. Se mueve lento, acorde con sus pasos que (hace ya mucho) se dirigían a mi portal.Como miles de cámaras, los flash ciegan mi mente; recuerdos, imágenes, charlas en medio de un frío invernal..No me ve, ni siquiera se ha dado cuenta que estamos a punto de encontrarnos. Las luces de los escaparates encienden sus gestos, la forma en la que se pasa la mano por la cabeza. Antes me reía de esas manías, de esas cosas inconscientes.. ya sólo son parte de material desechable.
Todo es presa de un segundo, de un largo e interminable segundo. Hasta que cae. Toda la magia, toda la invención.Él no es él, y el exterior no se ha detenido. Mi imaginación de nuevo me ha dado una mala jugada, otra bofetada para volver a la realidad.Los murmullos, las conversaciones, la vida en general sigue su rumbo.Y yo, estúpida de mí, me había aferrado de nuevo a una idea preconcebida.
La noche empieza a caer, el relente moja mi cara y despierto del letargo como si hubiese sido testigo de una pesadilla. "No te detengas" me digo.Nada de dar pasos atrás. Vuelvo a escuchar la música de los cascos que todavía llevaba puestos y me agarro a ella para seguir mi camino.El camino que nunca debí interrumpir.

sábado, 4 de febrero de 2012

Mi única compañía es el reloj.




El tedio acapara mis huesos, mis articulaciones.. todo lo que me mantiene en pie, en movimiento.Alcanzo a oír un suave sonido de la radio, una canción que parece que hace siglos me hacia esbozar una sonrisa.
Ya no hay nada que provoque alguna reacción en mí, ya no hay nada que tenga sentido.¿Quién me apoya sin juzgarme? Grito al espacio que algún día tuvo formas familiares, pero no me ofrece una respuesta coherente. Qué me queda que no sea conversar conmigo misma en busca de paz y armonía.Pero ya no me aplacan ni los monólogos, sólo encuentro desvíos de lo que en su momento fueron problemas vestidos de soluciones.Relájate, pienso al ver el reflejo de un alma demacrada.Sigue adelante, me insiste el antiguo yo que persistía en los intentos de estrellas fugaces.
Dame soluciones, dame salidas de esté laberinto que me acorrala en callejones oscuros.Abro los ojos y.. ¿A quién insisto tanto? Si mi única compañía es el reloj que anuncia la desaparición minuto a minuto del presente.Convirtiéndolo, transformándolo siempre en pasado.No pido nada, no imploro maquinas del tiempo. Quiero, lo único que quiero es que las oportunidades no sean tan escasas,no sean tan volátiles.. Que me dejen, al menos, disfrutar de su sabor a felicidad errante..

miércoles, 1 de febrero de 2012

19 febreros.



La niñez se va escurriendo de mi cuerpo, de mi mente, de mi manera de entender el mundo.
La inocencia, esa que nos protege, ya no habita en mis noches de duermevela.
La madurez ya es parte de mí, de mis muchos o pocos años de experiencia.
Otro año de cambios.
Y sigo curtiendo mi piel de equivocaciones, de hechos, de conflictos.Ya no hay ingenuidad en la que esconderse, solos, mi camino y yo.Un mano a mano, en el que las derrotas son continuas, pero mis ganas de seguir las superan.
No hay nadie que me cure las heridas al caerme, porque las heridas físicas ya no son las que más duelen.Y lo comprendes, lo asumes, lo traspasas a tu vida diaria, como si de un manual se tratara."No volveré a repetir esto", "No debería pensar en aquello", "No derramaré ni una lágrima por eso".. Pero no es así; repetirás, pensarás, y volverás a querer lo que no debes. Y te derrumbarás en el mismo error hasta que lo asimiles, y sepas que no puedes sortearlo con el mero hecho de "me duele, no quiero afrontarlo". Porque el pasado te perseguirá, te pondrá contra la pared, te retará a desafiarlo.Hasta que comprendas que no pretende hacerte sufrir, solo que aprendas de él.
Hoy, tras diecinueve febreros de risas y llantos, de saludos y despedidas, de superación. Puedo decir que soy lo que quiero ser, lo que necesito para encarar las desgracias. Nunca me defraudo, confiando ciegamente en la búsqueda de lo que de verdad merezco.De un futuro. Ya no hay muros, limites, consecuencias que me detengan.Porque aprendí a quererme de tal modo, que la gente que me rodea no tienen las armas para contrarrestarlo. Soy otra guerrera, otra superviviente en éste vaivén de mentiras e hipocresía. Vengo a vencer, a no dejarme intimidar, a seguir con la mirada al frente.
Por ello, por todo, no celebro mi cumpleaños, sino mi continua resurrección.