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domingo, 29 de abril de 2012

Con el pecho en eternas fechas festivas.



Me cobijo bajo las mantas y los truenos. Bajo las gafas de leer y la coleta mal hecha. Con la cara lavada y el alma sucia. Tecleando inútiles ideas de cabezas paranoicas. La vecina grita, el ascensor baja y mi tensión sigue subiendo. Los libros entreabiertos cubren el desorden, las cortinas ya no sirven de escondite. La radio pierde sintonías y mi sensatez, esa, también. El polvo tapiza las estanterías, las fotos, las evocaciones de besos dados y sin dar. El teléfono ya no saluda ni tampoco se despide, mi lengua ya no se desgasta con juramentos en arameo. La cólera ha venido dispuesta a quedarse. Reina de corazones sin amor, sin caballero. Con la cama desecha y la corona empeñada. 
Y que no. No hay cuentos que prevengan ese final. 
Y las maldiciones se duplican, se triplican en busca de justicia terrenal. Justo al empezar de cada día, de cada amanecer nublado. Como la hora de regreso de las prostitutas, los yonkis y los corredores de juergas. Como la hora feliz de los borrachos. 
Las desgracias deben tener horarios de desgaste. Que se lo digan a las lágrimas saladas, a los puños cerrados, a los ojos transitados de rabia. Porque a estás alturas reinventarse ya ha pasado de moda. Y suena lejano dentro del mismo agotamiento. Agota, más que otra cosa, estar agotada. Y cansada del cansancio. 
Dependiente exclusiva de la luz apagada, las canciones sin traducción, y la amistad fiable de mi edredón. 
Con las sienes repletas de planes malavenidos y confusiones vitales.
Con el pecho en eternas fechas festivas.

domingo, 22 de abril de 2012

En este presente resuena un final.




Me quedo en una esquinita mirando tus gestos. Tus aireadas pretensiones, tus rebuscadas cartas de mártir. Me quedo sentadita mientras proclamas mis delitos. Mientras me imputas de los más crueles fallos. Rebuscas en los dobles sentidos, en la ingravidez de los trasfondos, recalcando tus signos de exclamación. Me señalas -colérico-, que soy perversa, canalla, cruel. Me amenazas con lo único que tienes en tu poder, en tus manos, a tu disposición. Empleas la palabra abandono como la advertencia más intimidatoria, más sádica. Desafías a mi respuesta, a mi silencio, a mi autoestima. Sigo atenta a la suplantación de lo que un día fue un motivo para sonreír. No hablo, no me muevo, no replico. Te revuelves iracundo al percibir que no me inmuto con tu monólogo. Pones en tela de juicio, -voz en grito-,  todo lo que en algún momento sentí. Buscas en mi calma impasible un hueco donde mudar tu dolor. Sonríes con maldad, observando mi cuerpo inmóvil. Te devuelvo la mirada con seriedad, sin pestañear ante tu inhumano comportamiento. No sabes bien a dónde redirigir tu absurdo golpe de efecto, tu mentalidad retorcida. Persistes en argumentar mi disparatado plan de reventar tu vida, su sentido, su capacidad de dicha. Carcajeas diciendo que fue fallido, que nunca tuve una oportunidad de tan siquiera intentarlo. 
La fachada engaña a la vista, pero tus manos presas del temblor, te delatan. Estás inquieto, como un asesino al declarar. Intentas anteponer tu inocencia, tu buena voluntad..Interpretando una inmaculada función. Yo sigo en mi rinconcito, siendo testigo de tus últimos momentos en mi malograda vida. De los méritos para conseguir una salida fácil de tu propia estafa. ¿Por qué lo haces?, musita una voz sin verbalizar, ¿por qué calmas tu culpa hiriéndome? Mis labios están sellados, demasiado cansados para volver al juego sucio. Las mentiras ya me saben amargas, demasiado ácidas. Mi pecho ya no llora, está seco, seco como mis ojos. Mis manos no pueden manejar tus designios, tus trueques; se rindieron. La fecha de caducidad nunca estuvo escrita, hasta que tú dejaste que lo nuestro se descompusiera. Porque jamás (¡jamás!) llegó a pesar tanto el amor como hasta hoy. Te equivocaste de torneo, de armas, de razones.. Pero sobretodo, te equivocaste conmigo. Con la realidad que un día te tomó de la mano y te enseñó el cariño.Te cegaste para tu propio egoísmo, para tus propias causas perdidas. Atancando lo que considerabas ataques de mi sinceridad.Lo que eran ayudas para que la suma entre nosotros siempre fuera dos. 
Encuentra motivos del ayer, metas del mañana, y si yo estoy ahí, sabrás como encontrarme. Sabrás conseguirme.Porque en este presente resuena un final, una lamentación tardía y mis pies cruzando la puerta. 
Resolví enterrar tus sombras, tus tormentas, tus fantasmas. Tu destrucción.
Intenté sin lograr cambiar la trama, pero supe atajar tu gastado desenlace.

sábado, 14 de abril de 2012

Si existen las almas gemelas, tú fuiste la mía.


No me gustaban los domingos, eran contraproducentes para una optimista como yo, pero este.. este era distinto. Hoy sería el día, después de tantas lunas, que volvería a reunirme con él.
Me vestí con aquél vestido azul cielo que tanto le gustaba, con la pulsera que me regaló en nuestro segundo aniversario y con los ojos brillantes. Quería que me viese radiante, segura y entera. 
Conduje a su encuentro, al sitio donde ninguno de los dos jamás pensó que fuera parte del itinerario, o al menos, no tan pronto. Aparqué sin perder un segundo, corrí entre los altos abetos y el suelo mojado, buscando con la mirada mi más valioso tesoro.
"Ahí está" Pensé con nerviosismo.
Tenía miedo, un pánico atroz al primer contacto después de tan larga temporada sin saber el uno del otro. ¿Me guardaría rencor?, ¿me habría olvidado?.. No, eso sí que no. Pensé en su sonrisa irónica tras hacer una de mis locuras, su forma de acariciar las formas de mi cuerpo en aquella habitación, el amor de sus palabras.. Y los nervios se esfumaron con rapidez. Con determinación me acerqué a él, sonriéndole, intentando trasmitir confianza.


-Bueno, aquí estoy cariño.. Sé que he tardado mucho, quizás demasiado, para reunir valor y enfrentarme a ti. No sé si me lo perdonaras, si sabrás comprenderlo, o si simplemente he herido tanto tus sentimientos que no quieras escucharme. Pero nos debía una conversación, te debía una última confesión.. -Hice una pausa, respiré hondo, intentando recular las lágrimas que amenazaban con desbordar- Te quiero, es un secreto pobre pues tú ya lo sabes, pero quería que nuestra última charla no fuera con silencios cortantes y esa guerra fría en la que las palabras eran la peor arma. Maldigo todo el mal que te hice, cada herida que no supe curar, cada grito que solté sin  pensar. Supongo que para todo ello ya tengo castigo suficiente. Pero no puedo seguir mi camino sola sin antes decirte que, si existen las almas gemelas en este mundo, tú fuiste la mía. ¿Lo sabías, no? Al menos quise demostrártelo, al menos esa fue mi intención.. -Me falló la voz. Paseé la mirada por el entorno e intenté encontrar algún punto para poder hablar sin tristeza. Quería que me viese bien,fuerte.-Mi futuro desde que tú llegaste, cambió drásticamente, comenzó con un "yo" y terminó con un "nosotros". Y.. ese nosotros era lo más importante que había tenido en los pocos años de mi vida. Te prometo.. No, ¡te juro! Que te amé como sólo se ama por primera vez y quizá, muy posiblemente, también como se ama por última vez. Ahora..-Sollocé sin poder evitarlo-Ahora no quiero considerar esa alternativa, ¿no crees? Sería muy triste pensar que aquí acaban los días más felices, los momentos más importantes, las razones de seguir adelante.




El viento arremolinaba las hojas secas, parecían pequeños tornados en aquel espacio desolado. Las nubes grisáceas presagiaban tiempos de tormenta, y el suelo, ahora que yo me había sentado en él, tenía el tacto húmedo de la hierba fría.Típicas lluvias de verano, secas e inestables.
Ensortijé mis dedos intentado mantener la compostura, bajé la mirada al vestido plegado y llevé la memoria a momentos soleados. Debía terminar de hablar, soltar los lastres y dejar que se fuera sabiendo que eso era lo mejor para él y.. para mí. Limpié con el dorso de la mano aquellas pequeñas gotas delatoras y aspiré.


-Siento que veas esto, sé que no soportas verme sufrir, pero necesito purgar esta pequeña despedida. No es un adiós, ya lo sabes, es.. un hasta pronto. Espero de verdad que hayas sabido apreciar el puesto tan, tan importante en mi pecho. Lo tendrás siempre ahí, es y será tuyo. Aunque no podamos cumplir nuestros sueños, ni comprar aquella casa a orillas de la playa, ni despertarnos juntos cada mañana..Tal vez, si es cierto que las personas nos reencarnamos y vivimos otras vidas, tengamos la oportunidad de seguir por donde lo hemos dejado.Al menos, a eso me aferro. Tú estarás bien, ¿verdad? Ojalá que encuentres toda la calma allí donde vayas.- Me estaba hundiendo, lo notaba. Debía irme ahora que me mantenía de una pieza.- Yo, te hago la promesa de que lucharé por mí y por un futuro. No dejaré que nadie me haga sentir inferior, y guardaré tu risa para los días en los que tambalee mi estabilidad. Porque tú me has dado lo detalles que marcan la diferencia, porque..- Me levanté vacilante, temblorosa, con el alma hinchada.-porque.. tú me has regalado lo más grande. Y eso es lo que me mantendrá en pie cuando el destino me quiera herir.Voy a salir a flote, por ti, por mí y..sobretodo,por él.- Acaricié mi barriga, el pequeño milagro que crecía dentro.- Gracias por haber sido los cimientos de mi mundo, por haber sido el hombre más maravilloso. Dentro de unos años, tu hijo sabrá quién fue su padre, le contaré tu aspecto, tus detalles y la facilidad para hacer feliz a las personas que te rodeaban. Le contaré todo, y sin conocerte, te aseguro, que te querrá al menos igual que yo.- Se me desgarraba el pecho, el dolor era tangible. Era hora de marcharse.- Te quiero, cariño, hasta siempre.


Mis dedos, ahora helados como témpanos, acariciaron el nombre tallado en aquella lápida. El nombre de la persona que murió llevándose sus ojos eternos. Parecía imposible, pero sin tenerlo, sin verlo, lo amaba con todo mi ser. Dí dos pasos atrás y contemplé las flores que decoraban esa tumba; marchitas, tanto como me sentía yo. Susurré un te amo ahogado y marché sin prisa, arrastrando los pies.
Dejé atrás la muerte de mi ilusión, de mi más preciado regalo. Enterrado junto a lo que, desde que le conocí le ha pertenecido; el contenido, la totalidad de mi corazón
Era justo; si él se iba, él se lo llevaría.



miércoles, 11 de abril de 2012

Yo, loba sedienta.




Abro el grifo y dejo que el agua emane suavemente. 
Doy libertad a mis movimientos y dejo que las manos me desvistan. Quito capas, una tras otra, y van cayendo al suelo sumiendo el paisaje en una naturaleza muerta. Como los que algunos artistas pintan, como muchos otros lo intentan. Aprecio el contraste de esa tristeza recogida y caigo en la cuenta de que aquello, también es parte de mí. Las envolturas esconden lo que nadie debe ver, guardan los arañazos de la soledad, la infancia que no llegó a florecer y un puñado de amaneceres con mil historias que contar. Ellas me abrigan, me ocultan, me encubren. Y ahora, no son más que forro para el terreno bajo mis pies.
Me quedo en carne viva, y me recojo en el cubículo que ahora cubre el vaho. Me gustaría que el agua que corre ahora por mi piel pudiese adentrarse y limpiar todo aquello que no está a la vista. Es imposible, es ingenuo. Pero en este momento, no soy más que una chiquilla buscando la calma. Como las veces que los sollozos rasgaron mi pecho y sólo fueron escuchados por los muelles del colchón. Segundos, no son más que segundos en los que la mujer hecha y derecha pasa a ser precedida por la niña de ojos aguados. 
Las gotas queman, el aire pesa y no veo más allá de una mampara opaca. Quizá sea producto de mi mente, quizá sea producto de la realidad. Mi cuerpo responde más rápido y resbala por la cubierta mojada, encontrando ahí un apoyo a su abatimiento. No sé si prefiero levantar la poca confianza en un mundo a la deriva o dejarme tragar por aquel desagüe. Ese que succiona los restos de un liquido fruto de la adversidad.
En otras ocasiones la respuesta es cristalina, he intento gritar hasta quedarme afónica.
Me oyen, sé que me oyen
Pero nadie escucha para llegar a entenderme. 
Y me vuelvo a sumir en el ritmo frenético de la calamidad. 
En mi caja de cartón sin acolchar, es mi caja repleta de agujeros, esperando el huracán que la termine de barrer. Porque me hundo, lo reconozco, cada luna menguante. Y allí estoy coreando el ulular de los búhos en los cementerios, y allí estoy en la sangre de los que ganan la muerte, y allí estoy.. tocando el fondo del estanque de los deseos, sin más respuesta, que los borboteos de mis plegarias. Así es, me convierto en lodo, en putrefacción.Y mi espejo roto en mil esquirlas, la ventana con vistas al anticielo y las manecillas del reloj son los únicos testigos.
Lo comparto, sólo está vez, con los azulejos que enfrascan mi silencio. Porque es un secreto, y más secreto es, decir que cada luna llena resurjo. Como el lobo cineasta, como una flor tocada por la primavera. Revuelta con un halo de maldad, de pactos con el diablo. Y no hay fuerza humana que pare mis avances.
Me analizo, me contemplo, me sitúo.. y abro los ojos como dos volcanes en plena erupción. Invito a base de puntapiés a que la amargura salga de mis vísceras. Acciono el control y levanto mi cuerpo abandonado, impasible, dejado en una bañera de desconexión. Salgo de aquella cárcel sin rejas, de aquel santuario a mi podrido espíritu. Olvidé que las reseñas de mi actitud, las marco yo.
Contaré las noches, de hoy en adelante. Las someteré para que todas ellas estén dibujadas por la luna llena. Sin ataúdes, sin dolor invocado. 
Para así, yo, loba sedienta, pueda bailar al son que marque la luz de las estrellas.

sábado, 7 de abril de 2012

Ya desde la experiencia, era inmune a todo eso.



Tomé el último sorbo de café mientras cogía los apuntes de encima del escritorio. No sabía de qué forma iba a aprobar aquél examen, pero sin ser cristiana recé todo lo que pude para que se obrara un milagro. Sabía que no me lo merecía, había estado con la cabeza en todo menos en lo que tenía que estar. Y ahí tenía las consecuencias; nervios desquiciados y el presentimiento de un suspenso que pronto se convertiría en un hecho.
Me vestí lento, con la desgana de alguien que sabe a lo que se va a enfrentar. Ajusté los botones de la camisa y por pura ironía me coloqué mis vaqueros favoritos, está vez no me iban a dar suerte, bien que lo sabía.Ande arrastrando los pies al baño, intenté maquillarme con esmero para que al menos, mi cara no revelase lo fracasada que me sentía. Al terminar, repasé mentalmente todo lo que debía llevarme; estuche, carpeta, fotocopias y el bolso con toda la basura que algún día dije de tirar. Como es de suponer, jamás lo hice. Eché un vistazo a mi desordenado cuarto para al fin cerrar la puerta con un suspiro. ¡Vamos allá! Pensé con fingido entusiasmo.
Salí a la calle refunfuñando para mis adentros.. Qué poco me gustaban las mañanas. No estaba lista para enfrentarme al mundo, ni siquiera me había llegado la cafeína al sentido común. Me costaba horrores madrugar y encontrarle algún incentivo para no quedarme en la cama y taparme con las sabanas. Está vez y contra todo pronóstico, me había levantado por causa mayor; el deber.
El semáforo de aquella larga avenida se puso verde y todos nos lanzamos para cruzar lo antes posible. Recorrí el tramo hasta llegar a la esquina de un restaurante que solía frecuentar de pequeña. No había cambiado. La misma fachada naranja, el mismo grupo de mesas y la misma maquina de bolas con juguete.
Absorta en mi infancia, no caí en la cuenta de las personas que pasaban por mi lado. Hasta que alguien paro en seco y me cogió del brazo.


+¿Pero qué...?


Solté casi con grosería intentando evadirlo.No le miré a la cara, pero esa intrusión sea de quien fuere, estaba fuera de lugar.


-Hola.-Dijo con voz tímida.-


Dejé de dar tirones y subí la mirada..No podía ser.


+Dios...mio...-Susurré antes de pensar algo coherente.-


¿Cómo..?,¿qué...?,¿qué hacía él allí?


Me sonrió con esperanza y yo (¿qué iba a hacer sino?)le respondí con otra sonrisa.Fui soltando mi brazo de su mano con delicadeza. Intenté sobreponerme y desde mi aturdimiento le saludé con dos besos.


+¿Qué tal?, ¿cómo tú por aquí?


-Bien, trabajo ya sabes, ir de aquí para allá.-Dijo con voz pausada.- La verdad que ha sido casualidad encontrarnos justamente en éste sitio.


¿En este sitio? Guarde silencio, intentando hacer memoria.


-Eh..¿recuerdas? cuando nos besamos el verano pasado.. después de dos meses sin vernos.


Me comenzó a palpitar el corazón de un modo bastante extraño, haciendo que me doliera el pecho. Contuve una mueca e intenté sonar natural.


+¡Ah! Claro, ¿cómo lo iba a olvidar? Fueron bonitos tiempos..


-Sí, no te falta razón y.. bueno, te quiero decir ya que tengo la oportunidad,-comentó incomodo- que lamento muchísimo el daño que te causé. Lo hice mal y tú pagaste por mis errores. Me querías y..yo metí la pata hasta el fondo.


Al principio de su discurso pareció sonar algo así como sincero, pero poco a poco volvió a su linea de arrogancia. No eran las palabras, era el conjunto de sus expresiones. Esa forma de desviar la mirada, de cruzar los brazos y hablar como si el universo tuviese que estar pendiente de él.
Quien no lo conociera como yo hubiese pensado que lo decía de corazón, pero ya desde la experiencia, era inmune a todo eso.


-Sabía que estabas enamorada de mí,-continuó relatando- y haberme acostado con otras mujeres no estuvo bien. Es normal que te doliera y que.. ahora mismo todavía me guardes rencor.


+No te guardo rencor ni odio,- repliqué con sorpresa- yo hice todo lo posible para mantener la relación a flote y tú la destrozaste. Punto. No voy a estar toda la vida compadeciendo lo que pudo ser y no fue.


Se removió inquieto ante mi sinceridad. Estaba cansada de volver otra vez al mismo capitulo cuando ya había cambiado de libro, de saga.. y de editorial. No estaba por la labor de mostrarme paciente.


+Y ahora que ya me has dicho lo que querías, me tengo que ir. Suerte.


Lo sorteé y giré a la izquierda.Ésto se estaba alargando demasiado y sabía que si esperaba un minuto más, le daría la oportunidad de darle la vuelta a todo lo que vivimos y que un hueco de dudas apareciera..
Pero él no había pronunciado la última palabra. Siguió mis pasos y se puso delante de mí.


-¡Quiero verte bien! -Gritó con desesperación y soberbia.-Es lo único... lo único que quiero...¿No lo comprendes?


Era ridículo. Estaba dando por sentado que yo debería estar completamente hundida y afloraba su enfado porque veía que ya..no era así.


+No te preocupes,lo comprendo, pero eres tú el que no entiende la situación.-Sonreí a mi pesar- Estaré bien del todo tarde o temprano.. Pero no estarás aquí para verlo, ni tampoco formarás parte. Y es una lástima, con tus errores también renunciaste a ese derecho. Eres tú el que pierde más de los dos.


No estaba acostumbrado a que sonara tan tajante, se quedó pretrificado. Me acogí a un minúsculo hilo de cordura, aproveché esa inmovilidad y aceleré el paso. Cuando ya lo perdí de vista, respiré hondo.
Era oficial; acababa de darle esquinazo a mi pasado. Ahora tocaba enfrentarme a mi futuro.Me recorrió un escalofrío y miré a lo largo de la calle. Sabía que ese iba a ser más difícil de tratar.